El diálogo más allá de la minería: el diálogo en la familia

El diálogo más allá de la minería: el diálogo en la familia

Queremos compartir este artículo interesante porque creemos que no solo es importante difundir noticias sobre el diálogo para prevenir conflictos sociales sino también abordar el tema desde la raíz, desde la familia porque es ahí donde uno aprende a dialogar con el otro, con los padres que son las primeras personas con las que se tiene el primer contacto.

El diálogo en la familia
La falta de diálogo aleja los padres de los hijos

¿Cómo los padres pueden comunicarse con los hijos? Teoricamente parece fácil, pero en la práctica dialogar con los hijos es una tarea que se consigue desde que ellos son muy pequeños. Hay padres que, con la mejor de las intenciones, procuran crear un clima de diálogo con sus hijos e intentan verbalizar absolutamente todo.

Esta actitud fácilmente puede llevar a los padres a convertirse en interrogadores o en sermoneadores, o en ambas cosas. De este modo, no estarán en el buen camino hacia el diálogo familiar. Escuchar, muchas veces, es la vía más recomendable.

1. A los padres que solo verbalizan, los hijos acaban por no escuchar o se escapan con evasivas. En estos casos, se confunde el diálogo con el monólogo y la comunicacióncon la enseñanza. El silencio es un elemento fundamental en el diálogo. Da tiempo al otro a entender lo que se ha dicho y lo que se ha querido decir. Un diálogo es una interacción y, para que sea posible, es necesario que los silencios permitan la intervención de todos los participantes.

2. Junto con el silencio está la capacidad de escuchar. Hay quien hace sus exposiciones y da sus opiniones, sin escuchar a los demás. Cuando eso sucede, el interlocutor se da cuenta de la indiferencia del otro hacia él y acaba por perder la motivación por la conversación. Esta situación es la que con frecuencia se da entre padres e hijos. Los primeros creen que estos últimos no tienen nada que enseñarles y que no pueden cambiar sus opiniones. Escuchan poco a sus hijos o, si lo hacen, es de una manera inquisidora, en una posición impermeable respecto al contenido de los argumentos de los hijos. Esta situación es frecuente con hijos adolescentes. Estamos ante uno de los errores más frecuentes en las relaciones paterno-filiales: creer que con un discurso se puede cambiar a una persona.

3. Dejar hablar a los hijos. A través del diálogo, padres e hijos se conocen mejor, conocen sobre todo sus respectivas opiniones y su capacidad de verbalizar sentimientos, pero nunca la información obtenida mediante una conversación será más amplia y trascendente que la adquirida con la convivencia. Por este motivo, transmite y educa mucho más la convivencia que la verbalización de los valores que se pretenden inculcar. Por otro lado, todo diálogo debe albergar la posibilidad de la réplica. La predisposición a recoger el argumento del otro y admitir que puede no coincidir con el propio es una de las condiciones básicas para que el diálogo sea viable. Si se parte de diferentes planos de autoridad, no habrá diálogo.

4. Mostrar seguridad. La capacidad de dialogar tiene como referencia la seguridad que tenga en sí mismo cada uno de los interlocutores. Hay que tener presente que la familia es un punto de referencia capital para el niño y el joven: en ella puede aprender a dialogar y, con esta capacidad, favorecer actitudes tan importantes como la tolerancia, la asertividad, la habilidad dialéctica, la capacidad de admitir los errores y de tolerar las frustraciones.

Fuente: https://www.guiainfantil.com/educacion/familia/dialogo.htm

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