PERUMIN 2015. Para que los beneficios de la minería a las comunidades sean mayores y más sostenibles, se deben desarrollar a los proveedores locales y consolidar la inversión del Estado y las mineras.
ESCRIBE SONIA BALCÁZAR DE MEZA-CUADRA
Consultora asociada a Synergos Consulting (Nueva York), empresa consultora especializada en alianzas multisectoriales. Ex gerente de Planeamiento de Desarrollo Regional de Rio Tinto en el Perú.
Hasta hace año y medio, ocupé una gerencia social en una de las empresas mineras más grandes del mundo. Durante los seis años que trabajé en minería en el Perú pude constatar el impacto de esta y otras empresas en las zonas alejadas donde están situados la mayoría de proyectos mineros.
Fui testigo de la evolución de la estrategia de gerencia social en el sector minero: de una estrategia basada principalmente en filantropía cortoplacista hacia una que el académico Michael Porter denomina de valor compartido. Esta propone focalizar la inversión social de las mineras en programas que generen beneficios a la comunidad local, al país y que simultáneamente agreguen valor comercial a las empresas.
Los programas de Contenido Local son un ejemplo de este nuevo enfoque. Mediante el desarrollo de capital humano, buscan incrementar las oportunidades de empleo e ingresos de los pobladores locales ligados a las operaciones del sector extractivo. La minería ofrece estas oportunidades porque no sólo requiere de profesionales altamente calificados sino también de expertos técnicos —puestos de trabajo con menores barreras de entrada—. La tecnología y experiencia que deben manejar estos expertos técnicos es muchas veces multipropósito. Por ello, si los empresarios locales alcanzan estándares propios de los proveedores de bienes y servicios de las mineras, pueden convertirse en proveedores de otras empresas o inclusive del gobierno. A largo plazo, no sólo se logran articulaciones verticales entre las comunidades y el sector minero, sino también articulaciones horizontales con otros sectores, lo que contribuye a la diversificación productiva de las comunidades.
El Perú ha sido pionero de varios mecanismos de desarrollo local de las zonas mineras: el canon minero, los fondos sociales, Fondoempleo y el Compromiso de Desarrollo Sostenible que todas las empresas mineras que inician exploración deben adoptar. Sin embargo, estos mecanismos no están articulados entre sí. En general, los programas de fortalecimiento de proveedores locales financiados por las empresas mineras —en cumplimiento con dicho Compromiso de Desarrollo Sostenible—, no están ligados a los programas similares que financian los ministerios de Producción y de Trabajo.
Pese a ello, los programas de proveedores locales de las zonas mineras muestran importantes logros. Si bien no existen estadísticas oficiales, mi estimación basada en información de la Declaración Anual Consolidada (DAC) del Ministerio de Energía y Minas y de las empresas es que dichos programas han forjado no menos de 3,000 empresarios locales.
Existen proveedores mineros peruanos muy exitosos. Resemin, una productora de maquinaria para perforación subterránea, emplea 1,700 personas y factura US$65 millones anuales. Otro proveedor exitoso (aunque de menor escala) es Publisur Torres, empresa de servicios de mantenimiento de equipos y obras civiles de Espinar (Cusco), que emplea 72 trabajadores. Comenzó haciendo logotipos de seguridad y su facturación anual de creció de US$35,000 en el 2002 a $930,000 para el 2012.
Dos razones justifican por qué este progreso debe consolidarse con un nuevo enfoque de la estrategia de Contenido Local:
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